Era una bella tarde de verano pero Alicia se aburría, de nada le servían los libros de Aritmética, Escritura, Historia y Naturaleza; su hermana se los había traído para que repasase lo estudiado durante el curso pero Alicia se había distraído con una mariposa que revoloteaba en el suave aire.
La mariposa se fue volando hacia un árbol que se erguía solemne en medio del prado y se posó en la corteza del mismo; Alicia, pensando que sería más divertido seguirla que escuchar a su hermana, se levantó sin hacer ruido y se acercó sigilosa al árbol con intención curiosa de ver al diminuto insecto y trató de tocarlo, pero ésteflotó a su alrededor y se introdujo en el interior del viejo roble a través de un gran agujero en la corteza.
Alicia, decidida a coger la mariposa, dio tres pasos atrás y se lanzó al agujero, sorprendentemente no se golpeó contra nada sino que, impulsada por un fuerte viento del interior del árbol, fue catapultada hacia el cielo como una bala de cañón.
Mientras subía y subía como una flecha, Alicia miró hacia abajo y vió como el prado y su hermana se alejaban de ella, acto seguido dirigió la vista hacia el cielo y vió pájaros con las alas cerradas, nubes de piedra y estrellas antiluminiscentes ; y, acercándose cada vez más y más a ella , una gran puerta de azúcar sobre un pequeño disco esférico. Alicia orbitó alrededor del disco un par de veces y a la última cayó como una pluma sobre la superficie.
Allí se encontró frente a frente con una solemne puerta en cuya dulce cerradura se encontraba una amarga llave que lloraba vinagre.
Alicia se le acercó y le preguntó: ¿Porqué lloras, pequeñita? ¿Qué te ocurre?
La llave la miró y le respondió altivamente: Yo no lloro, me lloran los ojos, ¿no lo ves?
Alicia se sorprendió de la respuesta y curiosamente la conminó a seguir.
-Yo sé que no lloro porque no estoy triste, lloraría si estuviese triste, pero como no lo estoy me lloran los ojos, ¿me comprendes?
- Sí, algo así-respondió Alicia un poco pensativa-¿te importaría moverte un poco? Quisiera pasar dentro de la puerta, por favor.
- ¿Cómo moverme si estoy aquí metida? No puedo salir, a menos que tú me gires. Y además no puedes pasar dentro de la puerta.
-¿No? ¿Porqué no puedo pasar dentro? No sé adónde ir-dijo Alicia.
-No puedes pasar
dentro, sólo puedes pasar a través de la puerta. Pero no sé que hay más allá de la puerta- corrigió la llave a Alicia.
-Pues entonces déjame pasar-gritó Alicia, ya cansada del juego.
-Gírame, gírame, gírame, y pasarás-clamó la llave.
Alicia agarró la llave y la giró con fuerza, acallando sus sollozos, y abriendo la puerta. Al momento un cartel apareció sobre la puerta:
Puerta a Discolandia.